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 El valor de la biodiversidad



Durante los últimos años la preocupación mundial por la explotación racional de los recursos naturales y ambientales se ha incrementado considerablemente; sin embargo, los programas de estabilización y reformas económicas implementadas han tenido, y siguen teniendo, consecuencias negativas sobre la biodiversidad y los recursos biológicos. Ello implica que, aunque el concepto de desarrollo sostenible esté en boga en todos los ambientes políticos, académicos y científicos, aún no se ha internalizado en términos prácticos su verdadero significado.

La diversidad biológica es un estabilizador ecológico dentro del contexto de desarrollo sostenible, porque mientras mayor sea la diversidad del ecosistema, las especies y los genes, los sistemas biológicos tendrán mayor capacidad de mantener la integridad de sus relaciones básicas (resiliencia). Esta capacidad de los sistemas biológicos asegura la permanencia de los mismos a través del tiempo. En este sentido, la conservación de la biodiversidad puede ser considerada como un elemento esencial de cualquier propuesta de desarrollo sostenible (Holling, 1994; Claro et al., 1996).

La biodiversidad es importante tanto desde el punto de vista ecológico, ya que los ecosistemas mantienen el equilibrio de funciones vitales para la vida de las especies, incluyendo al ser humano, como desde el punto de vista socioeconómico, por el sostén que brinda en términos de materias primas para procesos de producción o bienes para el consumo y servicios ambientales.

Muchos autores consideran funciones ambientales y servicios ambientales como términos equivalentes. En realidad no existe una definición y clasificación única y acabada sobre los servicios ambientales. Algunos autores (Hueting, 1990) diferencian entre servicios ambientales, funciones ambientales y bienes ambientales. Definen bien ambiental como producto de la naturaleza directamente aprovechado por el ser humano, funciones ambientales o ecológicas como los posibles usos de la naturaleza por los humanos, y servicios ambientales como las posibilidades o el potencial a ser utilizados por los humanos para su propio bienestar. Otros autores (De Groot, 1992) consideran que los ecosistemas proveen solamente funciones reguladoras, productivas, portadoras e informativas. Lo importante es entender como la sociedad percibe los usos de los flujos de servicios ambientales que provienen de un ecosistema de sus especies y de su material genético.

Los recursos de la biodiversidad constituyen un potencial enorme para el desarrollo sustentable futuro en base a nuevas alternativas de uso, especialmente en lo referente a los recursos genéticos, las plantas medicinales para la obtención de nuevos fármacos y los microorganismos, el ecoturismo, la agricultura en base a las especies nativas, la cría de animales para diversos fines y el manejo forestal, entre otros.



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